jueves, 28 de enero de 2010

2. No era odio.

Era sábado, por lo que no había clase, como todas las semanas, llegado ese día a Seishi le tocaba quedarse con Suki jugando a las cocinitas. El chico miraba a su madre hablando por el teléfono sin parar. Sin duda eso era una dictadura, una cruel dictadura que solo favorecía a sus hermanas. A ver si no porque mientras Miyako y Makoto podían irse con sus amigas él se quedaba con Suki. Giro la mirada a hasta la niña que jugueteaba con las hoyas de plástico. Vale que Yaone estuviera preparando la selectividad, pero Miyu podría ocuparse más a menudo de “su niña”. Escuchó como colgaba el teléfono.
-Me aburro- dijo en voz alta con fin de que su madre le oyera.
-Pues ven y ayúdame ha recoger la colada- respondió acercándose a él.
-Pero ya sabes que a las gemelas no les gusta que toque su ropa interior. Luego se enfadan conmigo. Como si no estuviera harto de la lencería.- guardo uno segundos de silencio y después exclamó-¡¿Por qué papá, me dejaste solo con tantas mujeres?!
-No digas eso, quien te oyera pensaría que tu padre ha muerto. ¿Y por qué no vas ayudarle a la cafetería?
-Vale, pero solo si no me obliga a ponerme un traje como el de la última vez. ¿Vienes Suki?- dijo resignado mientras se levantaba del suelo.
-Sí- contestó la pequeña dando un salto.
Los dos hermanos caminaron de la mano un par de minutos. Por el camino Suki intentaba demostrarle todo lo que había aprendido, era algo parlanchina y a menudo tenía que corregirla aunque no la prestaba demasiado caso. Su padre era dueño de una cafetería cotsplay y a menudo les tocaba disfrazarse cuando alguno de sus camareros faltaba. Pararon frente a un edificio en cuyo letrero se podía leer “Shempu”. Al abrirse la puerta se oyó el dulce sonido de unas campanillas.
-Bienvenido- saludó una chica algo más mayor que él. Iba vestida con un traje chino blanco y rojo, el pelo peinado con dos moños y rematado con una banda en la frente. Su cabello estaba teñido del mismo color rojo, pero le constaba que su personaje lo tenía marrón.
-Buenos días Kanata.- respondió Seishi- ¿Donde está mi padre?
-En la cocina, donde siempre.- La muchacha desvió la mirada a la niña- Hola Suki-chan.
-Hola Haruka-chan.
-Bueno me voy tengo que entregar un pedido.- y uniendo lo dicho con lo hecho se alejó.
Las campanillas volvieron a oírse tras él y con ellas el sonido de una voz, la voz que el quería oír.
-Estabas aquí, te hemos estado buscando.- riñó Minato, entrando en la sala seguido de Yutaka, Kiyoshi y Mayuru, una chica con el pelo castaño cobrizo recogido en dos coletas bajas. Era bastante más bajita que Seishi.
Pasados unos segundos entró otra chica, más su belleza era tal que eclipsaba la de todas las demás. Su cuerpo era el de una sílfide, alta pero sin ser exagerar, delgada pero sus curvas rozaban la perfección. Sus enormes ojos violetas destacaban entre todos, y sus cabellos que ondeaban juguetones eran rubios con extraños reflejos verdosos que realzaban su exotismo y también se peinaba con dos coletas salvo que en lo alto. Llevaba una preciosa camisa de tirantes rosa pálido, adornado con lunares más oscuros y una minifalda que dejaba ver sus esculturares piernas largas como columnas del marfil, que era su suave y fina piel. Y su nombre parecía digno de la más hermosa flor: Yukari.
-Lo siento llego un poco tarde- disculpó aquel ángel esbozando su maravillosa sonrisa.-No estarás enfadado Mina.- dijo con voz melosa dándole al aludido un sonoro beso en la mejilla.
-No, si nosotros acabamos de llegar.- Minato la alejo un poco de si.
-Yo si lo estoy, enfadado, muy enfadado. Solo se me pasará con un besito- bromeó Yutaka.
-No, a ti no. Yo solo beso a mi Mina.
“Mi Mina” pensó Seishi, como podía ser tan descarada la tipa. Esa chica le ponía de los nervios. No la odiaba, no era odio, era… otra cosa que hacía que quisiera matarla, pero no era odio, era como… como…asco. No sabía de que se trataba pero desde luego le estaba quemando por dentro, tal vez solo fueran celos.
Todos se sentaron en una de las mesas que estaban junto al ventanal. Pronto llegó un chico también costplayado. Su pelo al igual que el de su compañera estaba teñido, este lo tenia azul y muy largo. Llevaba una especie de kimono blanco con una sobrefalda marrón oscuro. Pero lo que más le caracterizaba eran las lentillas blancas que tenía que ponerse, y con las que daba algo de miedo. Y su frente la cubría la misma banda.
-¿Qué les sirvo? ¿Lo de siempre?- preguntó con tono muy serio.
-Si lo de siempre.- contestó Minato.
-Ichirin-kun, ¿puedo ir con vosotros detrás de la barra?- dijo Suki al camarero.
-¡Suki! No molestes a Nohana- riñó su hermano.
-¡Que venga! ¡Suki y yo siempre nos lo pasamos muy bien!- exclamó otro chico muy alto de detrás de la barra. Este, como los otros, caracterizaba otro personaje. Pero al llevar una peluca negra cortada a tazón no se podía ver su pelo. No debía tener demasiada vergüenza porque vestía un mono verde muy hortera.
-¡Ves, Yasei-kun me deja ir!- gruño la niña.
-Anda ve, pero no incordies.
La niña se fue corriendo a reunirse con el chico que la llamó ajo la atenta mirada de su hermano mayor.
-No seas tan duro con ella.- dijo Minato.
-Si…si no lo soy estoy viendo que acabara como Miyu y eso no, con una descocada tenemos suficiente en la casa.
-Pues a este paso será un palo, como tu- siguió Yutaka- Eres demasiado formal.
-¿Cómo que soy formal?
-Sí, para empezar llamas a Haruka, Ichirin y Yasei por el apellido. Tantos años viéndoles ya podías haber cogido confianzas.
-Pero…- cortó Mayuru con voz tímida- No todo el mundo es como vosotros dos que os hacéis amigos de todos enseguida. En el mundo tiene que haber gente menos echada para adelante también. ¿Tengo razón?- apuntó mirando a Seishi con una suave sonrisa.
-Toda la razón del mundo, Mayuru. Mirad si no a Kiyoshi, todavía no ha dicho nada.
-No tengo nada que decir.
-Cambiando de tema- volvió a hablar el castaño- La semana que viene empieza el campeonato de baloncesto.
-Es verdad, jugáis los tres ¿no?- continuó Mayuru, refiriéndose a Minato, Yutaka y Kiyoshi.- Tendré que ir a animaros con el club.
-Claro- dijo sonriente Minato- Oye Seishi queda un hueco en el equipo ¿por qué no te apuntas?
-Yo… yo…si soy ma…malísimo. Ya lo sabes.
-Da igual, nos lo pasaremos bien.
-Pe…pero no quiero molestar. Mejor no.
-Pues nada- suspiro profundamente- habrá que buscar a otro. Si no, no podremos entrar en el campeonato.
Tras esas palabras se produjo un incomodo silencio. A Seishi le apetecía de verdad ir, pero le daba demasiada vergüenza pedírselo sabiendo lo pésimo que era en los deportes, y más si era a Minato al que se lo tenía que pedir. Miró a sus tres amigos, parecían serios, Mayuru también lo estaba. En cambio Yukari sonreía despreocupada.
- ¿Pueden entrar chicas? Si queréis voy yo- Seishi dio un minúsculo salto en la silla.
-Es el equipo de la sección masculina, pero tratándose de ti, alo mejor, Matsuri-sensei nos deje. Te tiene mucho apego.
“No eso si que no, cualquiera menos Yukari.” Pensó el moreno. Un tonto impulso le llevó a levantarse rápidamente de la mesa.
-¡Mejor pensado, si me apunto!- exclamó, las mejillas le ardían y las manos le sudaban, se sentía apuntote estallar ¿pero que había hecho?
-¡Estupendo!- gritó Minato levantándose al igual que Seishi y cogiendo le por los hombros- ¡Tu si eres un colega!
-¿Tu…tu crees…?- murmuró entrecortado intentando controlar los nervios para no desmayarse.
No le gustaba nada el baloncesto, pero menos aun la idea de que Yukari fuera con él al equipo. Tendría que consolarse pensando ñeque al menos así estaría más tiempo con Minato que ella. Aquella fue la consecuencia de ese extraño sentimiento que no era odio.