sábado, 31 de julio de 2010

8. Una noche acidentada


Habían vuelto de la cafetería. En la casa de los Sato ya se había reunido toda la familia más el invitado. Al ser tan numerosa siempre surgían pequeños problemas de convivencia entre los miembros. La discusión del día era el turno para entrar en la bañera. Los padres decían que se realizara como siempre pero a Yaone que aquel día le tocaba entrar la ultima no le parecía nada justo porque lo haría muy tarde y necesitaba cada minuto. Ella proponía entrar la primera pero entonces las gemelas que eran muy escrupulosas decían que ellas no se iban a bañar cuando todos los demás ya lo hubieran echo. La verdad es que el problema se solucionaría con que alguien le cambiara el turno pero esa "dictadora" siempre imponía su ley y si ella misma desobedecía sus propias normas seguro que no las volvían a seguir.

-Vale y a ver que os parece esta otra solución, podríamos bañarnos de dos en dos.
-¡Ala en plan orgia! -exclamo una de las gemelas.
-No seas exagerada, Makoto. A ti no te cuesta nada bañarte con Miyako si sois iguales y os tenéis muy vistas ¿Y tu con trece años como sabes lo que es una orgia?
-Las niñas de hoy en día estamos muy resabidas. Pero no cambies de tema.
-¿Que es un orgia, hermanito? -pregunto la pequeña que estaba agarrada a la chaqueta de Seishi.
-Mejor que no lo sepas Suki, son cosas muy feas.
-Suki se bañará conmigo. -anuncio Miyu cogiéndola en brazos. -Ya tenemos dos turnos menos.
-Bien, pues que los dos chicos se bañen también juntos.
-¡¿Que?! -exclamó Seishi.
-¿Que pasa si los dos sois chicos?
-Pe... pero... -miro a Minato esperando que el también se negara. Si no lo hacia sentía que su pequeño corazoncito iba a estallar.
-Bueno si no hay más remedio. -concluyó el pelirrojo.
Seishi se quedo helado con esa respuesta, por otro lado no podía mas estaba convencido de que se moría ahí de pie. Miyu que observo la reacción de su hermano levanto la mano y exclamó:
-¡Reunión de hermanas Sato! -y con ese grito todas las demás se reunieron a su alrededor formando un circulo.
-¿Que pasa Miyu? -susurro Yaone.
-Creo que no podemos hacer que se bañen juntos.
-¿Y eso por que? Nosotras nos bañamos juntas y no pasa nada. -se quejo Miyako.
-Pero nosotras somos hermanas, no es lo mismo. Ya sabéis lo tímido y reservado que es Seishi seguro que el pobre lo pasa fatal.
-Si y ya sabes lo que hacen los chicos en el baño.
-¿Que hacen, hermanita?
-Las comparaciones no son buenas. Y vete tú a saber que esconde nuestro hermano debajo de eso a lo que llama ropa.
-Será mejor que se bañen por separado.
-Si creo que es lo más apropiado. Se aprueba la moción.
Todas se dispersaron de nuevo bajo la atónita mirada de los dos chicos. Suki se acercó corriendo a ellos con toda la curiosidad por que ellos contestaran a su pregunta.
-¿Que es lo que hacéis los chicos cuando os bañáis?
-Pues... bañarnos. -contestó Minato con toda naturalidad.
-¿Que te estarán metiendo esa panda de locas en la cabeza?
-Entonces los dos chicos que se bañen por separado. -concluyo la dictadora. Esas palabras hicieron de Seishi una mezcla de alivio y desilusión -Pero daros prisa.
-Tu hermana es un poco mandona. -susurro Minato
-Un poco no, un mucho. Prepárate para tener que aguantarla. Ella desde pequeña ha estado acostumbrada a conseguir todo lo que quería y más.

El resto de horas pasaron, como suelen hacerlo las horas. Toda la familia se reunió alrededor de una mesa bastante amplia para que todos se pudieran sentar. Los padres siempre se bañaban después de la cena ya que cocinar para tan alto numero llevaba su tiempo. Por suerte ya estaban acostumbrados, por algo eran dueños de una cafetería. Llegó la hora tan esperada por Seishi. El chico entro en el cuarto. Ya llevaba puesto su pijama azulado, siempre le había recordado a los usados en los hospitales y eso le daba bastante mala espina pero aun así lo utilizaba. Minato permanecía en silencio mirando por la ventana apoyado en el alfeizar de esta. La pequeña se había quedado profundamente dormida mientras jugaba con sus peluches. Su hermano mayor la arropó con las sabanas rosadas. La tumbo un poco pegada a la pared para que al moverse no se cayera. Cuando la niña estuvo acomodada se acerco a su pensativo amigo. El también miro el exterior de la casa como si el oscuro cielo nocturno les estuviera hablando. El chico de cabellos negros quería por un lado decir algo, cualquier cosa que sirviera para romper el hielo y empezar una conversación, pero por el otro prefería que ese momento tan simple se alargara eternamente que nada rompiera ese silencio.

-Ya no hace tanto frío, queda poco para que llegue el verano. -dijo el pelirrojo rompiendo la calma.
-Si es verdad.
-¡El mes que viene ya es tu cumpleaños! -exclamo entusiasmado -¿Que quieres que te regale?
-Yo... nada... nada en especial. Me conformo con cualquier cosa, ya lo sabes.
-Ya hace un montón de años que nos conocemos. -pensó en voz alta mientras hacia cuentas con los dedos. Este gesto hizo que Seishi esbozara una sonrisa.
-¿Te dejo una calculadora?
-¿Que insinúas?
-Que si contar con los dedos es tu truco para sacar tan buenas notas en matemáticas yo también voy a hacerlo.
-¡Siete años! -concluyó -¿Te das cuenta? ¡Madre mía siete añazos! Casi la mitad de nuestras vidas.
-Bueno ya nos conocíamos de antes.
-Pero no éramos amigos realmente, no sabíamos nada del otro. Solo éramos dos niños que coincidieron dos años seguidos en la misma clase.
-Ya sabes que no era mucho de tener amigos. La verdad creo que fuiste el primero que fue amable conmigo.
-Anda no exageres.
-Es cierto, los demás me miraban como si fuera un bicho raro. Y no se porqué. Puede que por las pintas de enfermizo que tenia o lo mismo porque no jugaba bien a nada que requiriera cualquier esfuerzo físico.
-Bueno admite que un poco de miedete dabas. Eras muy pálido y solías llevar siempre una expresión muy triste.
-Lo dices como si hubiera sido mi culpa. Yo no elegí nacer paliducho.
-¿Te acuerdas? Nos hicimos amigos porque te caíste y te rompiste una pierna, ¡que torpón!
-No te rías, a mi me dolió mucho.
-Vale, no me burlo más de ti. Ya tengo sueño voy a la cama, tu cama para ser más concretos. Buenas noches. -y uniendo lo dicho con lo hecho se escondió entre las sabanas.
-Buenas noches. -contesto Seishi haciendo lo mismo. "Tu cama" pensó, desde luego eso le resultaba muy sugerente.

La noche todavía resultaba fría aunque dentro de muy poco ya llegara el verano. En el interior de la casa se respiraba silencio, en toda menos en la habitación del hermano mediano. El ya estaba acostumbrado a los ruidos, por lo que sus dos compañeros de cuarto hablaran, rieran o incluso gritaran palabras ilegibles en sueños no le molestaba especialmente. Estaba durmiendo placidamente cuando la niña con la que compartía la cama le proporcionó una fuerte patada en el estomago. El chico se despertó sobresaltado y un poco dolorido. Suki seguía durmiendo ajena al golpe que le había dado a su hermano mayor. Parecía murmurar algo. Él se volvió a tumbar, esta vez más alejado de ella, como si no hubiera pasado nada. Pero otro sonido hizo que volviera a levantarse, unas palabras que venían de la cama de al lado y que asustaron a Seishi mas aún que la patada.

-¿Estas bien? -murmuro Minato con voz adormilada.
- Minato, ¿te has despertado?
-Ya te dije que no intentaras quitarle el juguete al gato de Yutaka, tiene muy mala uva...-musito de nuevo contestando así a la pregunta.
-No creo que no.
-Yo también opino igual -volvió a hablar como si le hubiera escuchado.

Seishi curvó los labios formando una suave sonrisa. Se levanto lentamente procurando hacer el menos ruido posible. Se sentó sobre sus rodillas delante del lecho de su propia cama. Minato estaba sin arropar, acurrucado como si de un gatito se tratara. Postura que a Seishi se le antojo un poco incomoda para dormir ya que sus rodillas casi estaban totalmente pegadas al cuerpo. El chico se sentía un poco tonto permaneciendo al lado de su amigo que continuaba profundamente sumido en su sueño. Allí estuvo sentado sin hacer nada un minuto, dos, tres... exactamente no sabia decir cuanto tiempo permaneció así. Mirando la cara tan bonita que tenía cuando dormía. Escuchando aquellas palabras adormiladas sobre el gato de Yutaka. Seishi vio como inconcientemente Minato se apretaba todavía más contra sus piernas. Parecía que tenía un poco de frío. El moreno echo un vistazo por la cama buscando la sabana, que estaba echa una bola en una esquina que daba con la pared. La extendió y lentamente cubrió a Minato con ella. Este se agarro al trozo de tela como si fuera su tesoro más preciado. Cada vez le parecía más lindo. Una idea tonta y sencilla, pero que a él le parecía todo un mundo, se paso por aquella complicada cabecita. ¿Y si aprovechaba ese momento? ¿Y si se atrevía a darle un beso? Uno pequeñito, en la mejilla se conformaba, total él no se iba a enterar. Pero... ¿Y si se despertaba? no podía arriesgarse a eso, mejor dejarlo correr. Por otro lado aquella era una oportunidad única. Parecía total y profundamente dormido, por lo menos los agudos gritos de Suki no parecían molestarle demasiado. ¿Como se iba a dar cuenta de una suave acaricia por mucho que se lo diera con los labios? Eso era, un roce, nada más, solo un delicado roce en la mejilla, ni siquiera se le podría llamar beso. Tomo una fuerte bocanada de aire para calmarse y se dijo a si mismo: "Vamos, tu puedes Seishi." Había decidido aprovechar. Muy lentamente fue acercando sus tímidos y nerviosos labios a la mejilla del pelirrojo. Notaba como temblaban al compás de aceleración de su corazón, llegando a un punto que pensó que le estallaría. El trayecto se le hizo eterno, pero al notar el calido contacto con la piel de Minato se relajo un poco. Pero antes de darle tiempo a pensar: "Lo he logrado" el chico de cabellos cobrizos volvió a hablar:

-¡Déjame! -dijo con un mayor tono que las palabras anteriores. Y acto seguido proporciono a Seishi un fuerte puñetazo en su pómulo izquierdo.

Parte por el susto y parte por el golpe el chico callo al suelo muy sorprendido y asustado por si le había interrumpido el sueño.

-¿Estas despierto? -volvió a preguntar. No hubo respuesta.

El dolorido Seishi se acercó a él de nuevo con la mano donde le había golpeado. Minato parecía seguir en el mundo de los sueños ajeno a todo lo que había pasado en el real. Lo mejor seria hacer lo mismo, a ver si con un poco de suerte ya no le pegaban más. Al día siguiente era viernes así que tendrían que madrugar, él ya estaba conforme, pensaba acariciándose los labios. Se metió en la cama de su hermana pequeña sintiéndose más tonto todavía. Puede que además mañana tuviera un maratón en la cara pero aun así era un tonto satisfecho.

martes, 6 de julio de 2010

7. Yendo a vivir contigo

Era jueves por la tarde, tras dos días lloviendo el cielo parecía haberse calmado, pero aun así el cielo era color plomizo en vez de su habitual color azul. Minato cargaba con una pequeña maleta con ropa suficiente para unos días. Cuando Seishi le llamo diciendo que sus padres estarían encantados de acogerle durante unos días él no pudo evitar sentirse mucho más tranquilo. Su amigo le estaba esperando en la pureta de su casa. Junto a él estaban sus hermanas, por lo menos una parte.
Seishi no se había dado de un pequeño detallito que se le había pasado por alto. ¡Minato dormiría en su cuarto! No había pensado que ello hasta la hora de acostarse. Se había preocupado tanto al verle tan tristón que no se percató de que con tantas hermanas no había ni un solo cuarto libre. Su casa disponía de cuatro habitaciones, una claro está de sus padres, otra para las gemelas y, Las dos hermanas mayores también compartían el espacio, y a él le tocaba hacerlo con la pequeña. Como ella era muy chiquitita aun junto a su hermano mayor cabían en una misma cama. Por eso habían pensado que el invitado podría dormiría el la de Seishi y ellos juntos en la de Suki. Solo pensar que Minato a pocos metros de él le ponía de los nervios. Bastaba imaginárselo para que las mejillas le ardieran.
Minato se acerco a él muy sonriente.
-Muchísimas gracias por acogerme, espero no ser una molestia. -dijo a modo de saludo.
-No es ninguna molestia. -contestó él.
-No ninguna, ninguna. -siguio Yaone, la segunda hermana que aun no había echo acto de presencia. -Pero no hagáis demasiado escándalo. Lo advierto desde ya.
-Perdónala, parece que el otro día no le salio un examen lo bien que le hubiera gustado.- se disculpó Miyu por ella. -¿Así que tú eres el famoso Minato? No habíamos tenido la oportunidad de vernos antes. -sonrío acercando su cara a la del chico, al ver con sus mejillas se coloreaban ligeramente no pudo evitar darle un espontáneo abrazo -¡Pero que mono eres!
-Esto... gracias.
-Y además tiene que ser buena persona para aguantar a nuestro hermano.
-¡Makoto! -se quejo el chico.
La puerta se abrió y salieron las dos hermanas que faltaban junto a la madre.
-¡Mina-chan!- exclamó la chiquitina -Vamos a ser hermanos.
-Sí, Suki vas a ser mi hermanita. Muchas gracias señora Sato por dejar que me quede.
-No me las des, que menos por el amigo de mi hijo.
-Eso y ya se sabe el dicho "donde comen dos, comen tres" o en nuestro caso siete. -bromeo Miyako.
-Será durante poco tiempo, de veras.
-Ven Mina-chan te voy a enseñar nuestra habitación. -dijo Suki agarrándole de la mano. -Y tu también Seishi.
La niña les arrastro por la casa hasta llegar a su destino. El cuarto no era demasiado grande, en él había dos camas, se diferenciaba claramente a quien pertenecían. En la mitad izquierda se veía la de Seishi con una estantería con unas figuritas de plomo y una numerosa colección de libros, incluido el que tenía que acabarse de leer. Y la de la derecha era la de la niña con montones de peluches de todos los animales.
-Espero que no te moleste que Suki duerma aquí.
-No, no me molesta para nada. Creo que no estoy como para ponerme especialito.
-Es que a veces habla por las noches...
-No pasa nada yo también lo hago. Suki parece que vamos a darle la noche a tu hermano.
-Tú dormirás en mi cama. Puedes dejar las cosas hay. -explico señalando un rincón cercano al armario.
-Es curioso, hace la tira de años que somos amigos y nunca había estado antes en tu cuarto.
-Eso es porque con tanta hermana preferíamos ir a la tuya a jugar.
-Aun así me resulta raro. -se quedo pensando unos instantes -¡No! Se me ha olvidado la foto de Renji.
-Pues tenemos que darnos prisa en buscarla. No te imaginas el miedo que puede llegar a dar Merisa cuando se enfada. Yo tampoco lo he buscado. Vamos a pedirle a Yaone que nos deje su ordenador.
Los dos chicos salieron del cuarto dejando a la niña dentro jugando con sus muñecas. Se pararon delante de una habitación cuya puerta estaba decorada con un cartelito en el que se podía leer: "Miyu y Yaone". Seishi toco la puerta y acto seguido se oyó una voz desde el interior.
-¿Qué?
-Yaone necesitamos el ordenador. -la aludida abrió la puerta lo justo para poder asomarse.
-¿No os he dicho que no me molestéis?
-Ya pero es una cuestión de vida o muerte.
-A ver... -la joven medito unos segundos - solo si haces mis tareas de los próximos dos meses.
-Pero eso no vale, solo queremos buscar dos fotos.
-¿Dos fotos? Eso cambia las cosas... serán cuatro meses.
-Pero Yaone...
-¿No hay trato? Pues nada majos. -y con cierta expresión de desilusión cerro la puerta.
-Merisa nos mata.- sentencio el moreno.
-No te preocupes. Seguro que no es para tanto. A demás Haruka siempre lleva un portátil, seguro que nos deja buscarlas.
-Aun así nos mata, te lo aseguro.
Y así era, Merisa tenia una autentica y terrorífica personalidad. Le daba igual quien fuera si la llevaba la contraria o la desobedecía le gritaba hasta saciarse, y aunque ya no lo estuviera seguiría pareciendo enfadada con él el resto del día. Para la desgracia de los dos chicos esta parecía estar de peor humor que de costumbre. Nada más entrar les echó a ambos una mirada que parecía que le hubieran matado al perro.
-Os habéis olvidado las fotos. -sentencio sin dejarles hablar. Unas gotas de sudor frío recorrieron las espaldas de los recién llegados.
-¿Como lo has sabido? -pregunto Minato sorprendido.
-La culpabilidad y el miedo se leen en vuestras caras. Seguro que veníais con la esperanza de que Haruka trajera su portátil. Pues lo siento pero hoy no pude venir tendréis que conformaros con el mío.
-Bueno eso da igual es un ordenador también.
-Si pero no tiene Wifi. Solo puedo dejaros las fotos que tengo guardadas y tampoco os servirán de mucho.
-No se las vería si no queréis quedaros traumatizados para toda la vida. -advirtió Yasei saliendo de una habitación mas pequeña cargado con unos rollos de tela negra. -De esa maquina solo puede salir yaoi y chicos ligeros de ropa. Ya sabéis lo pervertidas que son estas chicas.
-Haruka y yo no somos unas pervertidas, somos unas adolescentes sanas a las que les gustan las historias románticas. Y más románticas que las yaoi no hay ninguna.
-Claro y más educativo que el lemon tampoco. -replicó con cierto tono de ironía.
-Mira Yasei no me toques demasiado las narices que hoy no estoy como para escuchar tus memeces.
-Ya te dije que no leyeras aquel fic. ¿Pero tú que hiciste? Leerlo y ahora estas deprimida. Te advertí que ni de los que pone que son para todos los públicos te puedes fiar.
-Pero si el fic me gusta lo malo es que me tiene de los nervios.
-¿Somos los únicos que hemos llegado? -cambio de tema Seishi.
-No en realidad sois los últimos. Salvo Haruka que tenia dentista todos han llegado ya. Ichirin esta tomando medidas a Yutaka y Kiyoshi, Yukari y Mayuru fueron a comprar mas tela blanca y Merisa yo tenemos la importante misión de arrascarnos la barriga mientras los demás curran.
-Vamos la misma que vosotros hasta que Ichirin acabe y os toque, a no que no habéis traído las fotos y sin ellas no podemos empezar vuestros trajes.
-Bruja. -musitó el moreno.
-Te he oído. -advirtió echándole una mirada heladora -Anda haced algo útil y traednos algo de beber a los currantes.
-No los regañes, pueden pasar se con son los trajes, no hay problema para hacerles las medidas. -dijo Ichirin saliendo de el cuarto acompañado de Kiyoshi y de Yutaka.
-Ya podéis agradecérselo a Ichirin, no llega a ser por el y os tengo de esclavos durante el resto del día.
-Pasar chicos, ya sabéis que a esta es mejor ignorarla.
El cuarto era el almacén, al parecer a Ichirin le ponía nervioso que le vieran trabajar. Se había llevado su costurero con lo necesario, su pasatiempo era ese, coser trajes. Mucha gente se metía con él por ese tema, al parecer los chicos no hacen esas cosas. El chico de pelo largo cogió un metro del interior de la caja. Midió a ambos, los brazos, piernas, hombros, cintura... y todos los datos que tomaba los apuntaba en una libreta. Casi parecía un profesional.
-Sabes, Seishi que personaje te pega a ti un montón.
-¿Cual?
-Allen Walker. Y Minato podría ir de Lavi que también es pelirrojo.
-Es verdad. -dijo este último entusiasmado -El año que viene vamos de ellos ¿Vale?
-Eso ya va siendo hora de que le toque a mi serie favorita. -se quejo Ichirin -El año pasado fuimos de Death Note, la preferida de Merisa, el anterior Fullmetal Alchemist, la de Haruka y este año la de Yasei.
-¿Por qué cuando se decidió no propusiste D-Grey Man? -inquirió el chico de los cabellos cobrizos.
-Pues no se. A lo mejor no os parecía bien. -Unas voces femeninas entraron en la cafetería -Las chicas han vuelto. Decidlas que pasen ellas ahora.
Los dos chicos salieron a la par que ellas entraban en el almacén, sin antes un efusivo saludo de Yukari a Minato, que hizo que a Seishi le hirviera la sangre de las sienes. Se acercaron al grupo que permanecía en la barra charlando.
-¿Ya habéis terminado desastres? Ya no hace falta que mañana traigáis las fotos. Yukari las a traído por vosotros, menos mal que ella es previsora.
-Ella es la mejor. -inquirió Yutaka -No sabes la suerte que tienes de que sea tu noviecita.
-La verdad es que si. Siempre esta en todo.
-Y además es guapa. -continuo Yasei. -Ya no que dan chicas como esa.
-¡Oye que estoy delante! -se quejo Merisa -¿Yo que soy una silla?
-No te ofendas Meri, pero tú eres la loca del peluche que se quita los pantalones en el metro. Además da miedito.
-Habló el hombre mas guapo que ha pisado la faz de la tierra, el gran Yasei, que con su mera presencia el sol parece brillar más.
-Se te olvida decir que además soy dios.
-Si el dios de la tontería.
-Pero dios al fin de al cabo, humana.
-¿Se puede saber porque os peleáis tanto? -pregunto Kiyoshi.
-Porque esta no soporta perder. Pero no se puede ser la primera en todo.
"¿Como que no?" se pregunto Seishi, es que acaso él era el único que se daba cuenta de lo irritante mente perfecta que era Yukari. Sabía hacer absolutamente todo. Sacaba sobresalientes en la mayoría de las asignaturas y si no ochos. En deportes destacaba por encima de todos. Bailaba de maravilla, y su voz era la de un ángel. Por no hablar de su talento para la cocina, los ordenadores, la pintura... Y de su fabulosa belleza. "¡¿Como es posible que exista alguien tan... ta...?! Pensaba sin encontrar la palabra adecuada.
Bueno, esa tía tan repelente no iba a amargarle el día. Al fin de al cabo era él el que iba a dormir en su misma habitación y no ella, puede que en camas separadas y con una niña de por medio, pero juntos al fin de al cabo. Ya tenia ganas de irse a acostar.

sábado, 29 de mayo de 2010

6.Preparando una convención.


Los cuatro trabajadores del "Shempu" esperaban en el interior del mismo que su jefe llegara. Era le tarde del miércoles y aun seguía lloviendo. Eran una panda de lo más curiosa cada cual con sus manías únicas y su estilo. Haruka, que aunque lo pareciera no iba cosplayada, estaba sentada frente a un ordenador portátil junto a Merisa. Haruka Kanata era muy alta, más que algunos chicos cosa que no le gustaba demasiado. Tenia el pelo cortado a media melena y teñido, lo que no solía ser bien visto. Ichirin Nohana era todavía más "ilegal", él al contrario que su compañera el tenia el pelo muy largo de un color negro tirando a azulado también producto de pigmentos químicos y el flequillo echado sobre los ojos por lo que rara vez se le veían con claridad. Era de la tribu de los "emo" por lo que por cualquier cosa se echaba a morir. Y tenia la extraña manía de llevar ropa que le quedara grande. Yasei Mezameru también alto, de aspecto deportista, lo poco político de este eran los pendientes que adornaban sus orejas. Era adicto a los videojuegos, sobretodo los de lucha. Y mucha gente no sabia que su pelo era rubio ya que solía llevar pelucas para sus disfraces. Y la cuarta integrante era Merisa, una chica a los que todos temían no solo por su carácter temperamental si no también por su aspecto. Ella solo vestía de color negro o muy oscuros y adornaba todas sus pertenencias con motivos igual de tétricos por lo que ya se había ganado la fama de bruja. Solía llevar con sigo un muñeco al que llamaba "su niño" y le sentaba muy mal que la gente le tocara sin su permiso.
Las dos chicas permanecían frente a la pantalla cuchicheando algo. Cada un par de segundos una de las dos exclamaba un "¡Que monada!" o una cosa parecida. Ellos, en cambio, jugaban en una mesa de pin-pon al juego con el mismo nombre.

- ¡Ya me he hartado de los chibis!- decía Merisa levantándose de la silla y acercándose a donde estaba Ichirin -Anda Ichi cuídame a Near un momento, que vamos a ver imágenes de chicos guapos escasitos de ropa y no quiero que se traumatice.
- Merisa, hazte a la idea es un muñeco de trapo. -rió burlón Yasei.
-Tu si que eres de trapo, claro que se que es un muñeco pero así es mas divertido. ¡Verdad mi pequeñín!- y haciendo al peluche un par de carantoñas se sentó de nuevo en su sitio.
-¿Por que no se la llevaran a un manicomio rápido?- murmuro el rubio.
- Hombre, mono es. A que si Nearu-chan.- contesto el otro chico.
- ¡Y encima es contagioso!

Pasaron otro rato oyéndose a las chicas cotillear de lo buenísimos que estaban los chicos de Bleach. Cambiando sus "¡Que monada!" por otras frases menos delicadas como: "¡Me lo comía hasta con ropa aunque estuviera un mes cagando trapos!". Ambas eran muy bastas y pervertidas cuando querían sobretodo la castaña. Haruka prefería los niños monos con cara de no haber roto nunca un plato.

- ¿Tengo una duda?- empezó Ichirin -¿Por que a las tías, por lo menos a estas, les gusta tanto ver imágenes de tíos ensangrentados?
- Creo que al verles heridos, les despierta el instinto maternal.
- ¿Las babas son también parte del instinto?
- Esa es la parte de mi teoría que no he perfeccionado. Algún día sacaré un libro con las claves y secretos de las chicas otaku. Se venderá como churos. Hasta entonces ellas serán mis ratitas de laboratorio.
- Suerte que no te están oyendo.

La puerta se abrió y unas campanillas sonaron al hacerlo. Los cuatro miraron hacía donde venia el sonido. Eran Seishi y sus amigos, incluidas las dos chicas que solían ir con ellos. Todos cerraron sus paraguas y tras saludarse, el hijo del jefe explico:

- Mi padre hoy no puede venir, me ha dicho que decidamos nosotros el tema de la convención de este año.
- ¿Y ellos van a ayudarnos?- preguntó Haruka extrañada por la presencia de los acompañantes del chico.
- Si, a sido idea mía.- dijo Minato lleno de orgullo -Seishi no paraba de quejarse del trabajo que da trabajar en la cafetería de la convención, y se me ocurrió que si somos más tendremos menos trabajo.
- Y asi nosotros probamos a ir cosplayados, parece divertido. -siguió Yukari.
- Si no os molesta claro. -termino Mayuru.
- No, no molestáis. Contra más seamos más nos divertiremos.
- Eso, pero tenemos que ponernos de acuerdo pronto, o no nos dará tiempo a hacer tantos trajes.
- Podemos escoger unos trajes como los del año pasado, los de Death Note eran bastante sencillos. Incluso fuimos por el metro vestidos.- propuso Ichirin.
- Lo de vestidos era relativo. Porque lo de los pantalones de Merisa fue muy fuerte.- rebatió Yasei.
- ¿Vais a recordármelo toda la vida?
- ¿Que pasó?- preguntaron curiosos.
- Pues que a esta espontánea le dio por no llevar ya puesto el vestido pero tampoco quería cambiarse en los servicios que siempre están llenos. Pues llevaba una camisa de tirantes que cuando se puso el traje por encima no se notaba. Pero cuando vemos que en medio de la boca del metro todo el mundo nos mira porque se estaba levantando la falda para quitarse los pantalones, casi nos da algo.- Narró el rubio intentando no echar una carcajada.
- Sois unos exagerados, llevaba unos leotardos negros por debajo no se hubiera visto nada.
- Pero eso no lo sabían los salidos que te miraban agachándose para tener mejores vistas.- reclamó Seishi.
- Y eso no acaba ahí. Cuando la detuvimos, que por cierto todos nos miraron mal por hacerlo. Salimos y en medio de la calle dice "Ahora que no hay nadie" y va un señor y sale de un coche y se la queda mirando.
- ¡Que no se vio nada! ¡Ya me aseguré yo! Y si hubiera sido así, que hay de malo en alegrarle el día aun señor.
- Tranquila Meri, te comprendo. ¡Yo jamás, repito, jamás te hubiera detenido en tu intento de quitarte los pantalones!- exclamo Yutaka con tono dramático.
- ¡Cochino!- grito Yukari.
- Tranquila eso no me importa, lo que no quiero es que me vuelva a llamar así. Además lo de sencillo lo dice Ichirin que ni calcetines tenia que prepararse y Yasei que fue con el uniforme de nuestro instituto.
- Esos trajes nos dejaron muy tocados. Las fans se tiraron toda la tarde a Haruka y a mi que representáramos una escena yaoi.- se quejo Seishi.
- Es que yo soy tan alta que siempre voy de chico para no desentonar, como allí no me conocen como en el barrio que ya se saben mi tamaño...- aclaro ella.
- Pero yo no me vuelvo a embutir en un traje de cuero que se pasa mucho calor.- continuo el moreno.
- Y allí fue donde conoció a mi niño. Lo vi, era tan mono con esos ojitos que me decían “Cómprame, cómprame“, y nos vino de perlas nos faltaba un cosplayer de Near.
- Sabia que vosotros os lo pasáis muy bien pese a lo que se queja Seishi. Por eso se lo he pedido.
- Claro pese a todo somos súper cachondos. Luego con el dinero que ganemos nos vamos de acampada, a la playa o algo así.
- Esto cada vez me gusta más.- sonrío alegremente Yukari -Entonces, ¿de que vamos a disfrazarnos?
- Tiene que ser una serie que tenga muchos personajes.- inquirió al fin Kiyoshi.

Pasaron un rato pensando, proponiendo ideas y descartando la mayoría, resultaba complicado encontrar un tema que complaciera a todos. Todos estaban sentados alrededor de una mesa circular. Por fin parecía que habían hallado una solución con los suficientes caracteres como para que cada uno fuera como más le gustara pero eso siempre traía peleas por un miso personaje para evitarlo optaron por hacer un sorteo, salvo para Haruka que ya tenia un papel que solo podía hacer ella.

- Muy bien, repasemos.- comenzaron Yasei - Ahora empezando por mi, diremos lo que pone en el papel que os haya tocado, yo diré a otro para que lo diga y así nos acordaremos mejor ¿OK? Yo soy Ichigo Kurosaki. Continua... Minato.
- Yo, de Renji Abarai. Que siga Yutaka.
- A mi me mola mi papel, seré el malvado pero físicamente atractivo Aizen Sosuke. Y va a seguir Yukari.
- Yo haré de Orihime Inoue, Mayuru.
- Que bien yo soy la protagonista, Rukia Kuchiki, pero no se como esconderé mi pelo. Bueno que continúe Seishi-kun.
- A mi me a tocado Uryuu Ishida. ¿Porque siempre me tocan los que llevan un traje mas complicado? El siguiente que sea Ichirin.
- Mayuru vamos a ser hermanos, me salio Byakuya Kuchiki., Haruka te toca.
- Si ya lo sabéis, yo ire de Isane la única chica alta. Por fin haré un papel femenino en la convención. Merisa, es tu turno.
- Pues yo encarnare a Ranjiku Matsumoto, y Near a Toushiro-chan.
- ¿El peluche también viene?- miro con resignación Yasei.
- Si que pasa. Va Kiyoshi solo quedas tu.
- Grimmjow, ese es mi papel.
- Pues si lo tenemos todo claro, mañana hay que traer un foto de vuestro personaje par empezar a tomar medidas y hacer patrones. -concluyó Ichirin.
- Pues hasta mañana entonces. -se despidió Kiyoshi saliendo por la puerta con algo de desgana.
- Espera Kiyo voy contigo. -exclamó Yutaka.
- ¿Vosotros no vais con ellos, Mina? -inquirió Yukari refiriendose a el aludido y a Seishi que estaba detrás de la barra haciendo algo.
- No mejor espero a que Seishi termine unas tareas que le ha mandado su padre.
- Como tu veas, entonces yo me voy. Mañana hay examen de matemáticas y tengo que repasar. -y se despidió dándole un ligero beso en la mejilla. -Nos vemos mañana. Vamos Mayuru.
- Si, si ya voy. Hasta luego a todos.
Después de las dos chicas se marcharon los otros cuatro compañeros de trabajo. Quedando solo Minato y Seishi, que labava unos vasos.
- Seishi, puedo pedirte un favor.
- De... depende. -contesto notando como volvía a ponerse colorado.
-Tranquilo no voy a pedirte que me ayudes a conquistar el mundo ni nada por el estilo. -bromeó al notar el tartamudeo de su amigo. -Me dejarías quedarme en tu casa durante unos días.
- ¿Ha pasado algo en la tuya? -Minato no contesto, pero con el silencio que guardo se confirmaba que la respuesta era afirmativa. -Lo... lo siento.
- No pasa nada. Es que he enfadado con mi madre, aunque mi padre no vive en mi casa a veces viene a recoger algo y no me apetece ver como vuelven a discutir. Había pensado en ir a casa de Yutaka pero ya sabes que se va de intercambio a Estados Unidos y supongo que tendrá mucho que estudiar, como le han adelantado los exámenes.
- ¿Porque no me lo dijisteis desde un principio?
- No quería molestar, en tu casa sois muchos y pensé que seria un incordio. Pero Kiyoshi vive en unos apartamentos, y los padres de Yukari no se fían de que duerma en el mismo cuarto que su hija.
- No eres ninguna molestia. Si a ti no te parece mal convivir con cinco chicas alocadas. Ellas estarán muy contentas, siempre dicen que les gustaría tener un hermano más guapo. Luego se lo pregunto ha mis padres y te llamo con la respuesta.
- Gracias Seishi tu sique eres un buen amigo. No sera mucho de verdad solo un par de días hasta que mis padres solucionen sus diferencias.
- De nada, para eso estoy.

A Seishi no le gustaba verle asi, aunque intentara ocultarlo se notaba que Minato estaba decaído. Él entendía que no quisiera volver, en ocasiones tampoco quería hacerlo. Pensaba que era algo quejica, no se podía comparar las cosas con las que se molestaba en su familia a la de Minato, por lo menos él no tenia problemas con sus padres y si algo le molestaba siempre tenia a sus hermanas para escucharle.

domingo, 16 de mayo de 2010

5. Sonrisa Perenne

El martes llovió, fue una de esas lluvias que calan hasta los huesos helándolos casi dolorosamente. Minato odiaba aquellos días grises. Y para colmo de sus males la profesora de historia había vuelto a pedir una hora. Minato odiaba aquellas aburridas clases llenas de nombres raros y ideologías radicales que para su justo solo servían para darle ganas de hacer él mismo una reivindicación. Pero que ganas tenia esa mujer de llenarles la cabeza de todos esos datos que ya nunca volvería a utilizar, puesto que en bachillerato no darían más historia. Definitivamente el era un chico de números. A Seishi, en cambio, le apasionaba era como un libro que se extendía desde lo más remoto de la memoria humana hasta el mismo día en el que vivían, era casi como vivir en la ficción. Por suerte el timbre sonó indicando el cambio de una clase a otra. Seishi guardó rápidamente el libro y el cuaderno para sacar los de la siguiente. Minato se tomó su tiempo para hacerlo como intentando que el tiempo se ralentizara junto a su movimiento.

-¡Madre mía! ¿Y ahora lengua? Hoy me quedo dormido fijo.- se quejó mientras se recostaba en la silla.
-¿Cómo llevas el libro?- pregunto Seishi con cierto tono acusador aunque ya se esperaba una respuesta de ante mano.
-Sigo yendo por la pagina trece. Menos mal que todavía queda un mes. ¿Y tu?
-Yo ya me lo acabé. -contestó velozmente orgulloso de sí.
-Empollón…- musito Minato en un resoplido.
-Hoy era el día de las dudas, se supone que aunque el examen sea dentro de un mes tenias que habértelo leído ya.
-¡Pero tu has visto el tamaño de ese libro! Es imposible que te lo hallas leído ya, físicamente imposible.
-Pues ayer mismo lo terminé. Tan imposible no es.
-Empollón… -repitió con una ligera risa.

Minato miró de reojo a su amigo, siempre era tan responsable desde luego no era una persona dispuesta a hacer una locura. Él ya estaba totalmente preparado para la clase de lengua, mientras que el pelirrojo ni había sacado el archivador. Se fijo en el estuche de su amigo, le llamó la atención un pequeño llavero en forma de gatito de la suerte.

-¿Ese muñeco no es de Mayuru?
-Sí, se le cayó ayer, cuando me la encontré por la tarde.- Seishi guardo unos segundos de silencio con gesto serio.- ¿Tu lo sabias?
-¿El qué? -contestó Minato con otra pregunta.
-El problema de autoestima que tiene. Ayer salí a dar una vuelta y me la encontré. Estaba muy seria y parecía triste. Me dijo que había discutido con Yukari. Luego me hizo jurar y perjurar que no me reiría de ella. Dijo que todo era culpa suya que si Yukari se enfadaba era porque no era lo suficientemente buena, estuvo llorando un buen rato. Y la acompañe a su casa.
-Bueno es normal que si está triste llore, pero si es verdad que desde pequeña no se a tenido mucho aprecio a si misma. Debe ser duro ser la amiga de una persona como Yukari, tiene que sentirse muy mal, Yukari está considerada una de las chicas más guapas, tiene las mejores calificaciones de cuarto curso y además es buena en deportes, ella a su lado solo parece “la amiga de Yukari”. Será en parte por eso. Aunque yo se de alguien al que hace unos años le pasaba lo mismo.
-De eso hace ya mucho.- replico girando la mirada.
-¿No te dijo nada más?
-No nada más ¿por?.
-Solo era por curiosidad solo eso. Pero de todos modos luego hablaré con Yukari y le diré que no intente convertir a Mayuru en una segunda ella. No pude esperar que todos seamos tan estupendos. A veces no se da cuenta de que puede herir a la gente pero no lo hace con mala intención eso puedo asegurarlo.- Minato cambio la dirección de su mirada. Kio, Ryoga, Shingi, Yutaka, Akaru R y Hatori estaban reunidos alrededor de una mesa jugando a alguna entretenida partida de cartas.- ¡Yanqui! ¿Cuántas partidas lleváis?
-No se, varias.- contestó Hatori.
-Si que tarda el profesor.- concluyó Seishi- con un poco de suerte Naomi-sensei nos vuelve a dar otra clase de historia.
-¡No Dios mío! Otra vez no. Lo peor es que seria capaz, estoy convencido de
que esa mujer me odia. Disfruta torturándome.
-No exageres.- dijo con una leve y tímida sonrisa.
-Como luego vengas a quejarte diciendo que el profesor de matemáticas te odia a ti no te escucharé. Bueno ¿te echas una?.- preguntó refiriéndose a las cartas.
-Sabes que eso va contra las normas. Está prohibido jugar a ese tipo de juegos en el instituto.
-Las reglas están para romperlas, y ni siquiera apostamos nada.
-De todos modos yo prefiero repasar.
-Como tu veas… empollón.- y muy enérgicamente te reunió con los chicos que jugaban unas mesas más alejados. -¡Chicos me apunto a la siguiente!

Seishi se quedó un par de segundos con una francamente tonta sonrisa mirando como su amigo se acoplaba al grupillo. A Seishi le gustaba Minato, de aquello no quedaba duda, puede que él prefiriera negárselo a sí mismo pero era inútil, lo sabía. Le gustaba que fuera tan alegre y espontáneo, su casi permanente sonrisa, sus enormes ojos marrones, su pelo cobrizo totalmente alborotado, todas y cada una de las pecas que adornaban su pálida piel de pelirojo. Y no solo eso le hacia gracia la cara que ponía cuando intentaba concentrarse en algo y el esfuerzo era en vano, hasta la manía de balancearse en la silla le parecía encantadora. Desde luego la cursilería de Miyako hablando de sus amores platónicos le estaba causando verdaderos daños colatelares, iba a acabar convirtiéndose él también en una chica, por lo menos mentalmente.

-Por cierto- se oyó decir a Minato- Yutaka dile a Matsuri-sensei que hoy no podré ir al entrenamiento.
-¿Por qué?- pregunto el aludido- ¿Has quedado con tu princesita?
-No, son problemas personales. Ya sabes.

Seishi escuchó la conversación de su amigo y no pudo evitar preocuparse. Al contrario que le ocurría al moreno, la familia de Minato era muy escasa. Él estaba viviendo solo con su madre desde hacia un par de meses. Ella y su marido, el padre de Minato, se encontraban en pleno proceso de divorcio. Seishi no conocía los detalles de la separación, de lo único que estaba seguro era de que su amigo lo pasaba realmente mal con ello y siempre intentaba en todo lo posible evitar el tema. Y aun así cuando lo hacía seguía sonriendo.

La puerta se abrió de improviso, todos los alumnos ocuparon rápidamente sus puestos. Un hombre ya entrado en edad con aspecto del típico científico loco y intrigante tic nervioso en los ojos irrumpió en la sala.

-Bien pequeños delincuentes.- empezó- Os doy dos opciones antes de amonestaros a todos por practicar ciertas actividades que conocéis prohibidas. A: dar una bonita y necesaria clase de biología, puesto que vuestro querido profesor de lengua no ha venido, con agravante de que la semana que el viernes tendréis un examen. O la más apetecible B: seguir pasándoos las reglas por donde os de la gana y proseguir con vuestra partida a la solterona. Vosotros elegís.- todos guardaron silencio- Suponía que elegiríais B. Si no me molestáis no se lo diré a la directora.
-Kagero-sensei- dijo Yutaka asumiendo por una vez su papel de delegado.- todavía no nos han dado el calendario de parciales de este mes.
-¿Y a mi qué me cuentas? Ahora no estamos en tutoría, apañáoslas como podáis. Pegaos con cuarto B para robárselo, por ejemplo.
-Pero si en el cuarto de letras son más del doble que nosotros- se quejó uno da los gemelos.
-Eso haberlo pensado antes de escoger las ciencias. A demás ellos son muchos pero cobardes y contáis con el señor Raiku que otra cosa no será pero macarra y con Ryoga que se come lo que sea.
-¡No hay que tenerles nada de miedo!- exclamo Hatori con su típica energía.- Ellos serán más, pero nuestra clase esta al mismo nivel, véase el doble.
-Creo que eso vas a tener que explicarlo, señor Hatori. -contestó el profesor temiéndose alguna de las citas celebres de su alumno.
-Haber nosotros somos trece y ellos treinta, o sea son el doble pero como somos igual de listos que ellos, pues claramente somos el doble.
-Mira Yanqui déjalo.- cortó Shinji.
-Claro, claro. ¿Veis? -continuó el tutor -Primero les aturdís con las teorías de esta criatura. Luego mandáis al ultimo superviviente y ya os lanzáis todos como locos.
-Si armamos tanto jaleo por un calendario. ¿Qué haremos cuando queramos un armario? -dijo Momiji con su típico tono dulzón.
-¿Pero donde vamos a poner nosotros un armario en esta miniclase? Nos tendremos que salir nosotros fuera para que entrará. -apuntó Shinji.
-Pero conociéndoos… -corrigió el profesor. -A vosotros os pega más una máquina tragaperras.
-Pero que poca fe nos tienes profe… aunque es buena idea, me la apunto para la reunión de delegados. -bromeó Yutaka.

La clase entera se río, era otra ventaja de ser pocos siempre te lo pasas bien y ellos ya no eran unos crios con los que no se puede bromear. Si a eso le añadimos lo pasota que era su tutor la clase era a veces un pitorreo. Aun a si aquel profesor era de los más duros y no paraba de repetirles lo duro que les seria el bachillerato y por no hablar de que les daba collejas casi continuamente.
Pero la mente de Seishi seguía en otro lugar lejano de la conversación, más exactamente en la sonrisa perenne de Minato.

miércoles, 7 de abril de 2010

4. Otras personas.

Todos se giraron. Detrás de él había una chica. No era una de sus hermanas. Era castaña claro casi rubia, sus ojos eran verdes y vestía toda de negro unos pantalones bastante ajustados y una ombliguera. En sus brazos llevaba un peluche de un personaje de una conocida serie de anime, era casi completamente blanco. Parecía notablemente enfadada.

-¡Merisa! ¿Qué haces, estas loca?- se quejó el chico tocándose la cabeza donde le había pegado el puñetazo.
-¡Y tu tonto!- gruño ella en voz alta.- Toma y guárdate eso, me lo ha dado Matsuri-sensei.- siguió mientras le tiraba a la cara lo que parecía una sudadera.
-Se me debe haber olvidado. ¿Pero que hacías tu en un gimnasio si el deporte te da alergia?
-Venia del club y me la encontré. Ten más cuidado la próxima vez porque si un dia se te olvida la cabeza yo no seré la que te la traiga.
-Seishi-kun, ¿Quién es esta chica?- preguntó Mayuru.
-Merisa, una vieja amiga. Es raro que no la conozcáis, viene por el Sempu muy a menudo, a ayudar, por decirlo de algún modo.
-¿Eres una de las camareras?- inquirió Minato.
-No, a mi me llaman para animar el cotarro cuando está de capa caída.- aclaró la aludida.
-Su trabajo consiste en berrear, en el bar se la conoce como la revienta escenarios.
-Cállate enano y preséntame a tus amigos. O es que me ves cara de adivinar como se llaman.
-Vale, estos son Mayuru, Minato, Kiyoshi, Yutaka y Yukari.-Explicó señalando a cada uno cuando lo nombraba. Merisa rodeo el cuello de Seishi tirando de el para abajo y murmurando algo a su oído.
-Son los tres muy guapos, ¿cuál es el tuyo?- susurro lo suficientemente bajo para que solo él la oyera como si maquinaran un plan secreto.
-A ti te lo voy a decir- contestó en el mismo tono.
-Es para no intentar ligármelo, de todos modos ya lo descubriré yo sola.- rápidamente se separo del chico.- Bueno yo me abro, he quedado con Haruka para ver fotos de parejitas yaoi en “Deviantart”. Encantada de conocer a los amigos de Sei. Hasta otra nos vemos algun día en el Sempu.
-Adiós, Merisa.- contestó Seishi. -Y no vuelvas… -musitó para si.
-Con que Merisa, Seishi te lo tenias muy callado.- insinuó Yutaka acercándose mucho a él.- ¿Qué, a esta no la llamas por el apellido? Estas echo todo un pillín.
-Ya he dicho que es una amiga de la infancia. Y la llamo Merisa porque no se cual es su apellido, ni siquiera Merisa es su nombre autentico se lo puso al pasar a secundaria, para no se que del anonimato, en realidad se llama Madoka. Además, está pirada, ¿habéis visto el peluche que tenía? Se lo compró en el ultimo Expomanga al que fuimos y desde entonces lo lleva a todas partes diciendo que es su niño. Y os advierto que no consiente que nadie se meta con él.
-Da igual se te veía cómodo con ella y te ha abrazado. -continuó Minato con el mismo tono.
-No me ha abrazado, casi me rompe el cuello. Lo que pasa es que está tonta perdida. Creo que deberían nombrarle peligro nacional.
-Oíd, nosotras nos vamos ya. Hasta luego.- dijo Yukari mientras se alejaba y arrastraba con ella a Mayuru sin dejar a los chicos despedirse.

Las dos caminaban en silencio. La castaña miraba avergonzada la coronilla de su amiga que caminaba delante suyo. Sabia porque la había hecho alejarse del grupo, cuando Yukari no hablaba era que estaba muy enfadada con ella. Finalmente esta se giró para mirarla.

-Aquí la única tonta perdida eres tú.- la riñó- ¿Cuándo piensas actuar?
-¡¿No te das cuenta, Yukari?! ¡Para mi no es tan sencillo como tu crees!
-Eso son excusas, ¿no habías ido al entrenamiento para intentar decirle a Seishi que te gusta? Has perdido una oportunidad de oro. -recriminó la rubia girando la mirada.
-Para ti es muy fácil como solo tienes que guiñar un ojo para que el que sea te esté besando los pies. -contestó molesta Mayuru.
-Pues será porque yo me arriesgo. Tu que sabes si no lo has probado. A lo mejor también caía a tus pies. Tendrás que intentarlo alguna vez ¿no crees?
-¿Para qué? ¿Para que me diga que no? ¿Y si después ya no quiere ser más mi amigo? ¿Y si ya hay otra persona? -preguntó retóricamente casi apunto de que las lagrimas se escaparan de sus ojos azules.
-No puedes estar tan segura hasta que no lo intentes. ¿Y si es un sí? ¿Vas a arriesgarte? Mira, ya has visto las confianzas que se tomaba con esa tal Merisa, ¿acaso vas a dejar que aquella chica gritona te lo quite?
-No, pero… pero… no se que tengo que hacer. Me da miedo que no vuelva a hablar conmigo. Para ti será una tontería, pero no quiero.
-Bueno, Tu verás lo que haces, eso tienes que pensarlo bien tu sola yo no te voy a decir lo que tienes que hacer. Pero ya sabes que si necesitas cualquier tipo de ayuda me tienes para cualquier cosa. Yo me voy a casa que me muero por un buen baño con sales termales. Hasta mañana, Mayuru.


Seishi estaba medio tumbado en un sofá leyendo tranquilamente cuando una de las gemelas se acercó corriendo a su hermano. Parecía muy nerviosa e ilusionada. Y casi con un salto se arrodilló frente al sillón.
-¿A que no sabes una cosa?- preguntó Miyako con una enérgica sonrisa .
-¿El que tengo que saber?- respondió, sin demasiado entusiasmo ni siquiera apartando la vista del libro, con otro interrogante.
-Ya han dado cita a Miyu, la semana que viene semana va a ir al ginecólogo.
-¿Y? No es la primera vez que va. Como si fuera una novedad.
-Pero le van a decir si el bebé es niño o niña. ¿No te hace un poco de ilusión? A mi me gustaría que fuera otra niña.
-¿Otra? ¿No sois suficientes ya? ¿Yo preferiría tener un sobrino?
-No. Nunca hay suficientes niñas en una familia. Mírate a ti si hubieras nacido chica serias más entretenido.

Un sonido indicó que alguien acababa de entrar por la puerta principal, además de interrumpir la conversación de los hermanos. La animada voz de la primogénita de la familia y otra bastante más grabe saludaron a toda la casa para que se percataran de su presencia. Junto a Miyu entró en la habitación un hombre joven, era muy alto y moreno, lucia algo estirado y tal vez demasiado serio para su alegre y entusiasta hermana mayor. Se trataba de Sayonji Kotseshu el novio de Miyu. Seishi se levantó del sofá e hizo un ademán de marcharse. Pero la gemela buena le detuvo del brazo.
-Hablando de la reina de Roma.- río Miyako a modo de saludo. Luego se levantó murmurando a su hermano. -No seas mal educado, hombre.
-Buenas tardes Miyu y Sayonji.- dijo a la pareja que acababa de entrar en la sala.
-Buenas tardes, hermanitos. -contestó la hermana.
-Creo que ya casi se debería decir noches. -sugirió el hombre, también a modo de saludo, mientras ambos se sentaban en el sofá del frente.
-¿Hoy te quedas a cenar, Sayonji? -preguntó intrigada la menor.
-Sí Miya-chan, hoy os toca aguantarme. -contestó este queriendo parecer más amable.
-Voy a salir un momento. -dijo de improviso Seishi haciendo el ademán de marcharse.
-¿A dónde vas? -preguntó Miyu viendo como pasaba junto a ellos.
-Acabo de recordar una cosa que tenía que hacer.
-Pues ten cuidado, nunca se sabe que clase de personas te puedes encontrar y que te pueden hacer. -comentó él.
-Lo tendré. -contestó Seishi ya saliendo por la puerta.

Seishi caminaba por caminar. No llevaba rumbo, solo se dirigía donde sus pies le dictasen. Con lo a gusto que estaba en su casa, no entendía muy bien porque se había ido, pero ahora no le apetecía para nada volver, cualquier lugar era bueno con tal de que no estuviera cerca ese tipo. Nunca le había gustado el novio de su hermana mayor, opinaba que ella se merecía algo mejor, pero estaba demasiado enamorada como para darse cuenta. Y luego estaba el tema del bebé. Definitivamente nunca se separaría de él, por mucho que al hermano menor no le pareciera el más adecuado.
De repente, mientras estaba tan sumido en sus tonterias como para no darse ni cuenta, vio a Mayuru aparecer de detrás de una esquina casi chocando entre ellos.

-¡Cuidado! -exclamó él sujetándola para que no se cayera.
-¡Uy! Lo siento estaba pensado en mis cosas y ni te he visto llegar. Soy tan distraída.

Parecía pensativa, era raro verla tan desanimada, ella siempre parecía estar alegre. Realmente esa chica le gustaba, no como amor porque el estaba enamorado de Minato, por mucho que se lo negara a si mismo, pero le resultaba tan mona y simpática. Casi parecía una muñeca. No era como Yukari la perfecta sin embargo, ni como las dictadoras de sus hermanas, ni como las locas de Haruka y Merisa, era una gran persona.

-¿Te pasa algo, Mayuru? Pareces triste.
-No, no es nada. Solo es que he discutido con Yukari.
-Ha sido grave. La discusión digo.
-No que va ya lo ha entendido. Pero no puedo quitármelo de la cabeza y habia salido a despejarme. ¿Y tu?
-Estaba paseando. No me apetece ir a casa.
-¿También has discutido?
-No, pero tenemos visita y no es que me guste especialmente. Ya es bastante tarde, tendré que regresar pronto. ¿Te acompaño a la tuya primero?
-Vale.Si no te molesta.- lo dos caminaron un par de minutos sin hablar demasiado, hasta que la chica empezó. -Esto… Seishi…
-¿Qué?- contestó torciendo el cuello para verla, ella desvió la mirada algo avergonzada.
-Esto… tu no harías nunca daño a nadie ¿verdad?
-No supongo que no. Siempre hay alguien que merece un par de tortas como la vistita que tengo en casa, pero supongo que no.
-Ni te reirías de nadie, ¿a que no?
-No, pero porque me preguntas todas estas cosas.
-Porque... -murmuró dejando de caminar. Él siguió unos pasos hasta también pararse. -Yo… quería… hablarte de una cosa y no me gustaría que te rieras…
-Dime lo que quieras, te prometo que no me reiré.
-Pues… esto…

domingo, 7 de febrero de 2010

3. Primer día de entrenamiento.


Minato iba de camino al instituto en su bicicleta. Le había extrañado mucho que Seishi hubiera aceptado ir en el equipo, sobre todo con lo que odiaba el baloncesto. La verdad es que él se lo había preguntado por preguntar porque ya se esperaba un no dé respuesta. ¿Qué estaría tramando ese chico? Tal vez simplemente le gustaba Yukari, como a todos los demás, y por eso cuando ella dijo que iría tuvo esa reacción.
-¡Minato!- gritó una vocecilla sacándole de sus pensamientos.
El aludido frenó para dejarse alcanzar por Mayuru, que corría hacia él levantando el brazo. Llevaba una bolsa de deporte y un bastón de animadora.
-¿Vienes de entrenar?- preguntó el pelirrojo observando sus complementos.
-Sí, ahora iba a ver el entrenamiento.
-Pues vamos, si llegamos tarde ya sabes que Matsuri-sensei nos echará uno de sus enérgicos discursos.
Cuando llegaron a la puerta del gimnasio ya estaba el resto del equipo, véase otros cuatro, sus tres amigos y Kio uno de sus otros compañeros de clase.
-Buenas- saludo el chico recién llegado.
-Hola a todos. -repitió Mayuru.
-Hola- dijeron a coro los otros cuatro.
-¿Qué tal? ¿Nervioso?- preguntó acercándose a Seishi.
-Esto…sí... digo, no. Claro que no. ¿Qué es lo peor que me podría pasar? ¿Qué me den un balonazo en toda la cara?- contestó casi tartamudeando.
-¡Hola, hola, hola repollitos!- exclamó la profesora que cargaba con una bolsa de balones. Matsuri-sensei era muy alta y aunque estaba muy delgada se notaba el deporte que practicaba.
-Buenas tardes.- dijo Yukari apareciendo de detrás de la mujer.
Un escalofrió recorrió la espalda de Seishi de abajo a arriba, al oír la voz de la chica. Lo único que pudo pensar fue: ¡¿Qué hace ella aquí?!
-La señorita Edo va a ser mi ayudante apartir de hoy.- explicó la maestra como si hubiera leído el pensamiento de su alumno.
Minato miro a Kio. Este sonreía de medio lado. Lo sabía, puede que no tuviera demasiadas confianzas con él, pero sabía que esa sonrisa picaresca era por ella. Desvió los ojos al chico de gafas que directamente parecía babear. De Yutaka ya se lo había imaginado, siempre hacia lo mismo. A él le daba igual ligar con cualquier chica ya fuera Yukari o la hija del pescadero, aunque parecía tener afición por la primera. Estaba acostumbrado a que todos le repitieran una y otra vez lo afortunado que era por tener a la chica más guapa, inteligente, amable y estupenda en general. Y no podía negar que a veces le molestaba que gente que apenas conocía se lo repitieran, como si no quisieran que se olvidara de esa suerte.
Los cinco chicos se metieron en el vestuario a cambiarse, lo mismo hizo Yukari. Mayuru se dirigió directamente al campo para sentarse en el banquillo a ver el espectáculo. Había un detalle que Seishi pasó por alto, tenía que cambiarse de ropa, era un gran problema porque no solo él los demás también, incluido Minato. Solo se dio cuenta de ello cuando el pelirrojo empezó a quitarse la camisa. En ese momento lo único que se le paso por la cabeza un sonoro ¡¿Qué?! Salió corriendo a esconderse en uno de los lavabos, ante la sorprendida mirada de sus compañeros. Ninguno se movió del sitio cuando un sonoro grito, proveniente del servicio, les sobresaltó y a continuación unos inquietantes golpes. Seishi daba cabezazos enérgicamente contra la puerta intentando persuadirse de los pensamientos típicos de la edad en la que se encontraba y que ahora se empeñaban en apoderarse de su mente.
-¿Estás bien, Seishi?- murmuro preocupado Minato.
-Sí, si… son los nervios… si eso es los nervios.- las imágenes Minato cambiándose volvieron a invadirle- ¡Ah!- gritó de nuevo golpeándose más rápido.
-¿Estás seguro de que te encuentras bien?
-Que sí, no os preocupéis.
Todos se reunieron en un círculo, para empezar el entrenamiento con unos ejercicios de calentamiento. Después de realizarlos continuaron con unas prácticas del balón. A Seishi jamás se le dio bastante bien manejar esas bolas si a eso le añadimos que no podía quitarse de la cabeza lo que había visto en el vestuario el resultado era desastroso. Cada vez que le pasaban la pelota le golpeaban, se le escapaba entre las manos o se la quitaban nada más conseguir atraparla. Sin contar con las exigencias camufladas en gritos de ánimo por parte de la profesora. Pero lo peor era el magnífico juego de Yukari, porque como no lo hacía estupendamente, con la escusa de ser número impar había logrado jugar ella también, y no parecía que a nadie salvo a él le molestase, todo lo contrario les parecía la mejor de las ideas. Kio, que era muy competitivo, dijo que cambiaran a Seishi por Yukari, que así siempre ganarían, por suerte Matsuri-sensei valoraba más el esfuerzo del pobre chico, que la habilidad innata de su ayudante, además de que no sería justo. El gesto de Kio molestó a Minato, como dijo Mayuru, no todos podían ser tan buenos deportistas como él. Y no tenía derecho a decidir quien jugaba y quién no. Pero no podía negar que Seishi era muy torpe cuando quiso darse cuenta ya estaba en el suelo.
-Me he torcido el tobillo.- se quejaba.
-¿Quieres parar un poco haber si se te pasa?- recomendó la maestra.
-Pero seremos uno más en nuestro equipo.- repuso Kio- será muy fácil.
-Mayuru, ¿ven tú a jugar?- gritó Yukari a su amiga que seguía en las gradas.
-¿Yo?, bueno vale, será divertido.
Unos momentos después llegó la nueva jugadora vestida con su chándal de entrenamiento. La verdad el equipo de Yutaka, Minato y ahora Mayuru no mejoró demasiado, era tan patosa como Seishi y por desgracia para ella mucho más bajita. Pero a diferencia del chico parecía pasárselo bien. Aunque el equipo perdió y a ambos les tocó hacer las treinta flexiones por ser derrotados. Eso era un cruel método de la sensei, porque encima de la vergüenza de perder te humillaba haciendo eso y viendo como los ganadores se reían mirándoles desde arriba. Luego se despidieron y se fueron a casa, sin antes armar otro espectáculo en el vestuario.
-Lo siento, ha sido por mi culpa. Sabía que no debería haberme apuntado al equipo.
-No pasa nada- dijo Minato.
-Es verdad, desde abajo se tenían muy bonitas vistas de las piernas de Yukari- añadió Yutaka.
-¡Te he oído! ¡Pervertido!
-No te disculpes yo lo he hecho peor que tu, Seishi-kun.- sonrió la chica.
-Lo que yo no entiendo es lo del baño.- inquirió Kiyoshi.
-Por nada, una manía- se excusó Seishi mientras un sudor frio le recorría la espalda.
-Tú tienes manías muy raras.
De repente algo golpeo la cabeza del moreno, que emitió un grito del susto. Todos se giraron. Detrás de él había una chica, no era una de sus hermanas.

jueves, 28 de enero de 2010

2. No era odio.

Era sábado, por lo que no había clase, como todas las semanas, llegado ese día a Seishi le tocaba quedarse con Suki jugando a las cocinitas. El chico miraba a su madre hablando por el teléfono sin parar. Sin duda eso era una dictadura, una cruel dictadura que solo favorecía a sus hermanas. A ver si no porque mientras Miyako y Makoto podían irse con sus amigas él se quedaba con Suki. Giro la mirada a hasta la niña que jugueteaba con las hoyas de plástico. Vale que Yaone estuviera preparando la selectividad, pero Miyu podría ocuparse más a menudo de “su niña”. Escuchó como colgaba el teléfono.
-Me aburro- dijo en voz alta con fin de que su madre le oyera.
-Pues ven y ayúdame ha recoger la colada- respondió acercándose a él.
-Pero ya sabes que a las gemelas no les gusta que toque su ropa interior. Luego se enfadan conmigo. Como si no estuviera harto de la lencería.- guardo uno segundos de silencio y después exclamó-¡¿Por qué papá, me dejaste solo con tantas mujeres?!
-No digas eso, quien te oyera pensaría que tu padre ha muerto. ¿Y por qué no vas ayudarle a la cafetería?
-Vale, pero solo si no me obliga a ponerme un traje como el de la última vez. ¿Vienes Suki?- dijo resignado mientras se levantaba del suelo.
-Sí- contestó la pequeña dando un salto.
Los dos hermanos caminaron de la mano un par de minutos. Por el camino Suki intentaba demostrarle todo lo que había aprendido, era algo parlanchina y a menudo tenía que corregirla aunque no la prestaba demasiado caso. Su padre era dueño de una cafetería cotsplay y a menudo les tocaba disfrazarse cuando alguno de sus camareros faltaba. Pararon frente a un edificio en cuyo letrero se podía leer “Shempu”. Al abrirse la puerta se oyó el dulce sonido de unas campanillas.
-Bienvenido- saludó una chica algo más mayor que él. Iba vestida con un traje chino blanco y rojo, el pelo peinado con dos moños y rematado con una banda en la frente. Su cabello estaba teñido del mismo color rojo, pero le constaba que su personaje lo tenía marrón.
-Buenos días Kanata.- respondió Seishi- ¿Donde está mi padre?
-En la cocina, donde siempre.- La muchacha desvió la mirada a la niña- Hola Suki-chan.
-Hola Haruka-chan.
-Bueno me voy tengo que entregar un pedido.- y uniendo lo dicho con lo hecho se alejó.
Las campanillas volvieron a oírse tras él y con ellas el sonido de una voz, la voz que el quería oír.
-Estabas aquí, te hemos estado buscando.- riñó Minato, entrando en la sala seguido de Yutaka, Kiyoshi y Mayuru, una chica con el pelo castaño cobrizo recogido en dos coletas bajas. Era bastante más bajita que Seishi.
Pasados unos segundos entró otra chica, más su belleza era tal que eclipsaba la de todas las demás. Su cuerpo era el de una sílfide, alta pero sin ser exagerar, delgada pero sus curvas rozaban la perfección. Sus enormes ojos violetas destacaban entre todos, y sus cabellos que ondeaban juguetones eran rubios con extraños reflejos verdosos que realzaban su exotismo y también se peinaba con dos coletas salvo que en lo alto. Llevaba una preciosa camisa de tirantes rosa pálido, adornado con lunares más oscuros y una minifalda que dejaba ver sus esculturares piernas largas como columnas del marfil, que era su suave y fina piel. Y su nombre parecía digno de la más hermosa flor: Yukari.
-Lo siento llego un poco tarde- disculpó aquel ángel esbozando su maravillosa sonrisa.-No estarás enfadado Mina.- dijo con voz melosa dándole al aludido un sonoro beso en la mejilla.
-No, si nosotros acabamos de llegar.- Minato la alejo un poco de si.
-Yo si lo estoy, enfadado, muy enfadado. Solo se me pasará con un besito- bromeó Yutaka.
-No, a ti no. Yo solo beso a mi Mina.
“Mi Mina” pensó Seishi, como podía ser tan descarada la tipa. Esa chica le ponía de los nervios. No la odiaba, no era odio, era… otra cosa que hacía que quisiera matarla, pero no era odio, era como… como…asco. No sabía de que se trataba pero desde luego le estaba quemando por dentro, tal vez solo fueran celos.
Todos se sentaron en una de las mesas que estaban junto al ventanal. Pronto llegó un chico también costplayado. Su pelo al igual que el de su compañera estaba teñido, este lo tenia azul y muy largo. Llevaba una especie de kimono blanco con una sobrefalda marrón oscuro. Pero lo que más le caracterizaba eran las lentillas blancas que tenía que ponerse, y con las que daba algo de miedo. Y su frente la cubría la misma banda.
-¿Qué les sirvo? ¿Lo de siempre?- preguntó con tono muy serio.
-Si lo de siempre.- contestó Minato.
-Ichirin-kun, ¿puedo ir con vosotros detrás de la barra?- dijo Suki al camarero.
-¡Suki! No molestes a Nohana- riñó su hermano.
-¡Que venga! ¡Suki y yo siempre nos lo pasamos muy bien!- exclamó otro chico muy alto de detrás de la barra. Este, como los otros, caracterizaba otro personaje. Pero al llevar una peluca negra cortada a tazón no se podía ver su pelo. No debía tener demasiada vergüenza porque vestía un mono verde muy hortera.
-¡Ves, Yasei-kun me deja ir!- gruño la niña.
-Anda ve, pero no incordies.
La niña se fue corriendo a reunirse con el chico que la llamó ajo la atenta mirada de su hermano mayor.
-No seas tan duro con ella.- dijo Minato.
-Si…si no lo soy estoy viendo que acabara como Miyu y eso no, con una descocada tenemos suficiente en la casa.
-Pues a este paso será un palo, como tu- siguió Yutaka- Eres demasiado formal.
-¿Cómo que soy formal?
-Sí, para empezar llamas a Haruka, Ichirin y Yasei por el apellido. Tantos años viéndoles ya podías haber cogido confianzas.
-Pero…- cortó Mayuru con voz tímida- No todo el mundo es como vosotros dos que os hacéis amigos de todos enseguida. En el mundo tiene que haber gente menos echada para adelante también. ¿Tengo razón?- apuntó mirando a Seishi con una suave sonrisa.
-Toda la razón del mundo, Mayuru. Mirad si no a Kiyoshi, todavía no ha dicho nada.
-No tengo nada que decir.
-Cambiando de tema- volvió a hablar el castaño- La semana que viene empieza el campeonato de baloncesto.
-Es verdad, jugáis los tres ¿no?- continuó Mayuru, refiriéndose a Minato, Yutaka y Kiyoshi.- Tendré que ir a animaros con el club.
-Claro- dijo sonriente Minato- Oye Seishi queda un hueco en el equipo ¿por qué no te apuntas?
-Yo… yo…si soy ma…malísimo. Ya lo sabes.
-Da igual, nos lo pasaremos bien.
-Pe…pero no quiero molestar. Mejor no.
-Pues nada- suspiro profundamente- habrá que buscar a otro. Si no, no podremos entrar en el campeonato.
Tras esas palabras se produjo un incomodo silencio. A Seishi le apetecía de verdad ir, pero le daba demasiada vergüenza pedírselo sabiendo lo pésimo que era en los deportes, y más si era a Minato al que se lo tenía que pedir. Miró a sus tres amigos, parecían serios, Mayuru también lo estaba. En cambio Yukari sonreía despreocupada.
- ¿Pueden entrar chicas? Si queréis voy yo- Seishi dio un minúsculo salto en la silla.
-Es el equipo de la sección masculina, pero tratándose de ti, alo mejor, Matsuri-sensei nos deje. Te tiene mucho apego.
“No eso si que no, cualquiera menos Yukari.” Pensó el moreno. Un tonto impulso le llevó a levantarse rápidamente de la mesa.
-¡Mejor pensado, si me apunto!- exclamó, las mejillas le ardían y las manos le sudaban, se sentía apuntote estallar ¿pero que había hecho?
-¡Estupendo!- gritó Minato levantándose al igual que Seishi y cogiendo le por los hombros- ¡Tu si eres un colega!
-¿Tu…tu crees…?- murmuró entrecortado intentando controlar los nervios para no desmayarse.
No le gustaba nada el baloncesto, pero menos aun la idea de que Yukari fuera con él al equipo. Tendría que consolarse pensando ñeque al menos así estaría más tiempo con Minato que ella. Aquella fue la consecuencia de ese extraño sentimiento que no era odio.