domingo, 7 de febrero de 2010

3. Primer día de entrenamiento.


Minato iba de camino al instituto en su bicicleta. Le había extrañado mucho que Seishi hubiera aceptado ir en el equipo, sobre todo con lo que odiaba el baloncesto. La verdad es que él se lo había preguntado por preguntar porque ya se esperaba un no dé respuesta. ¿Qué estaría tramando ese chico? Tal vez simplemente le gustaba Yukari, como a todos los demás, y por eso cuando ella dijo que iría tuvo esa reacción.
-¡Minato!- gritó una vocecilla sacándole de sus pensamientos.
El aludido frenó para dejarse alcanzar por Mayuru, que corría hacia él levantando el brazo. Llevaba una bolsa de deporte y un bastón de animadora.
-¿Vienes de entrenar?- preguntó el pelirrojo observando sus complementos.
-Sí, ahora iba a ver el entrenamiento.
-Pues vamos, si llegamos tarde ya sabes que Matsuri-sensei nos echará uno de sus enérgicos discursos.
Cuando llegaron a la puerta del gimnasio ya estaba el resto del equipo, véase otros cuatro, sus tres amigos y Kio uno de sus otros compañeros de clase.
-Buenas- saludo el chico recién llegado.
-Hola a todos. -repitió Mayuru.
-Hola- dijeron a coro los otros cuatro.
-¿Qué tal? ¿Nervioso?- preguntó acercándose a Seishi.
-Esto…sí... digo, no. Claro que no. ¿Qué es lo peor que me podría pasar? ¿Qué me den un balonazo en toda la cara?- contestó casi tartamudeando.
-¡Hola, hola, hola repollitos!- exclamó la profesora que cargaba con una bolsa de balones. Matsuri-sensei era muy alta y aunque estaba muy delgada se notaba el deporte que practicaba.
-Buenas tardes.- dijo Yukari apareciendo de detrás de la mujer.
Un escalofrió recorrió la espalda de Seishi de abajo a arriba, al oír la voz de la chica. Lo único que pudo pensar fue: ¡¿Qué hace ella aquí?!
-La señorita Edo va a ser mi ayudante apartir de hoy.- explicó la maestra como si hubiera leído el pensamiento de su alumno.
Minato miro a Kio. Este sonreía de medio lado. Lo sabía, puede que no tuviera demasiadas confianzas con él, pero sabía que esa sonrisa picaresca era por ella. Desvió los ojos al chico de gafas que directamente parecía babear. De Yutaka ya se lo había imaginado, siempre hacia lo mismo. A él le daba igual ligar con cualquier chica ya fuera Yukari o la hija del pescadero, aunque parecía tener afición por la primera. Estaba acostumbrado a que todos le repitieran una y otra vez lo afortunado que era por tener a la chica más guapa, inteligente, amable y estupenda en general. Y no podía negar que a veces le molestaba que gente que apenas conocía se lo repitieran, como si no quisieran que se olvidara de esa suerte.
Los cinco chicos se metieron en el vestuario a cambiarse, lo mismo hizo Yukari. Mayuru se dirigió directamente al campo para sentarse en el banquillo a ver el espectáculo. Había un detalle que Seishi pasó por alto, tenía que cambiarse de ropa, era un gran problema porque no solo él los demás también, incluido Minato. Solo se dio cuenta de ello cuando el pelirrojo empezó a quitarse la camisa. En ese momento lo único que se le paso por la cabeza un sonoro ¡¿Qué?! Salió corriendo a esconderse en uno de los lavabos, ante la sorprendida mirada de sus compañeros. Ninguno se movió del sitio cuando un sonoro grito, proveniente del servicio, les sobresaltó y a continuación unos inquietantes golpes. Seishi daba cabezazos enérgicamente contra la puerta intentando persuadirse de los pensamientos típicos de la edad en la que se encontraba y que ahora se empeñaban en apoderarse de su mente.
-¿Estás bien, Seishi?- murmuro preocupado Minato.
-Sí, si… son los nervios… si eso es los nervios.- las imágenes Minato cambiándose volvieron a invadirle- ¡Ah!- gritó de nuevo golpeándose más rápido.
-¿Estás seguro de que te encuentras bien?
-Que sí, no os preocupéis.
Todos se reunieron en un círculo, para empezar el entrenamiento con unos ejercicios de calentamiento. Después de realizarlos continuaron con unas prácticas del balón. A Seishi jamás se le dio bastante bien manejar esas bolas si a eso le añadimos que no podía quitarse de la cabeza lo que había visto en el vestuario el resultado era desastroso. Cada vez que le pasaban la pelota le golpeaban, se le escapaba entre las manos o se la quitaban nada más conseguir atraparla. Sin contar con las exigencias camufladas en gritos de ánimo por parte de la profesora. Pero lo peor era el magnífico juego de Yukari, porque como no lo hacía estupendamente, con la escusa de ser número impar había logrado jugar ella también, y no parecía que a nadie salvo a él le molestase, todo lo contrario les parecía la mejor de las ideas. Kio, que era muy competitivo, dijo que cambiaran a Seishi por Yukari, que así siempre ganarían, por suerte Matsuri-sensei valoraba más el esfuerzo del pobre chico, que la habilidad innata de su ayudante, además de que no sería justo. El gesto de Kio molestó a Minato, como dijo Mayuru, no todos podían ser tan buenos deportistas como él. Y no tenía derecho a decidir quien jugaba y quién no. Pero no podía negar que Seishi era muy torpe cuando quiso darse cuenta ya estaba en el suelo.
-Me he torcido el tobillo.- se quejaba.
-¿Quieres parar un poco haber si se te pasa?- recomendó la maestra.
-Pero seremos uno más en nuestro equipo.- repuso Kio- será muy fácil.
-Mayuru, ¿ven tú a jugar?- gritó Yukari a su amiga que seguía en las gradas.
-¿Yo?, bueno vale, será divertido.
Unos momentos después llegó la nueva jugadora vestida con su chándal de entrenamiento. La verdad el equipo de Yutaka, Minato y ahora Mayuru no mejoró demasiado, era tan patosa como Seishi y por desgracia para ella mucho más bajita. Pero a diferencia del chico parecía pasárselo bien. Aunque el equipo perdió y a ambos les tocó hacer las treinta flexiones por ser derrotados. Eso era un cruel método de la sensei, porque encima de la vergüenza de perder te humillaba haciendo eso y viendo como los ganadores se reían mirándoles desde arriba. Luego se despidieron y se fueron a casa, sin antes armar otro espectáculo en el vestuario.
-Lo siento, ha sido por mi culpa. Sabía que no debería haberme apuntado al equipo.
-No pasa nada- dijo Minato.
-Es verdad, desde abajo se tenían muy bonitas vistas de las piernas de Yukari- añadió Yutaka.
-¡Te he oído! ¡Pervertido!
-No te disculpes yo lo he hecho peor que tu, Seishi-kun.- sonrió la chica.
-Lo que yo no entiendo es lo del baño.- inquirió Kiyoshi.
-Por nada, una manía- se excusó Seishi mientras un sudor frio le recorría la espalda.
-Tú tienes manías muy raras.
De repente algo golpeo la cabeza del moreno, que emitió un grito del susto. Todos se giraron. Detrás de él había una chica, no era una de sus hermanas.

1 comentario:

  1. Me encanta la profesora y eso de que los llame repollitos.... jajaja.... me he reido mucho.
    Mayuru me parece un encanto.
    Pero bueno lo mejor de todo es encontrarse a Seishi dándose cabezazos contra la pared... ha sido buenísimo.
    Yo te sigo la historia, no se si lo puedo hacer regularmente, a veces puede que se me pasen los dias pero no te preocupes que la sigo.

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