domingo, 16 de mayo de 2010

5. Sonrisa Perenne

El martes llovió, fue una de esas lluvias que calan hasta los huesos helándolos casi dolorosamente. Minato odiaba aquellos días grises. Y para colmo de sus males la profesora de historia había vuelto a pedir una hora. Minato odiaba aquellas aburridas clases llenas de nombres raros y ideologías radicales que para su justo solo servían para darle ganas de hacer él mismo una reivindicación. Pero que ganas tenia esa mujer de llenarles la cabeza de todos esos datos que ya nunca volvería a utilizar, puesto que en bachillerato no darían más historia. Definitivamente el era un chico de números. A Seishi, en cambio, le apasionaba era como un libro que se extendía desde lo más remoto de la memoria humana hasta el mismo día en el que vivían, era casi como vivir en la ficción. Por suerte el timbre sonó indicando el cambio de una clase a otra. Seishi guardó rápidamente el libro y el cuaderno para sacar los de la siguiente. Minato se tomó su tiempo para hacerlo como intentando que el tiempo se ralentizara junto a su movimiento.

-¡Madre mía! ¿Y ahora lengua? Hoy me quedo dormido fijo.- se quejó mientras se recostaba en la silla.
-¿Cómo llevas el libro?- pregunto Seishi con cierto tono acusador aunque ya se esperaba una respuesta de ante mano.
-Sigo yendo por la pagina trece. Menos mal que todavía queda un mes. ¿Y tu?
-Yo ya me lo acabé. -contestó velozmente orgulloso de sí.
-Empollón…- musito Minato en un resoplido.
-Hoy era el día de las dudas, se supone que aunque el examen sea dentro de un mes tenias que habértelo leído ya.
-¡Pero tu has visto el tamaño de ese libro! Es imposible que te lo hallas leído ya, físicamente imposible.
-Pues ayer mismo lo terminé. Tan imposible no es.
-Empollón… -repitió con una ligera risa.

Minato miró de reojo a su amigo, siempre era tan responsable desde luego no era una persona dispuesta a hacer una locura. Él ya estaba totalmente preparado para la clase de lengua, mientras que el pelirrojo ni había sacado el archivador. Se fijo en el estuche de su amigo, le llamó la atención un pequeño llavero en forma de gatito de la suerte.

-¿Ese muñeco no es de Mayuru?
-Sí, se le cayó ayer, cuando me la encontré por la tarde.- Seishi guardo unos segundos de silencio con gesto serio.- ¿Tu lo sabias?
-¿El qué? -contestó Minato con otra pregunta.
-El problema de autoestima que tiene. Ayer salí a dar una vuelta y me la encontré. Estaba muy seria y parecía triste. Me dijo que había discutido con Yukari. Luego me hizo jurar y perjurar que no me reiría de ella. Dijo que todo era culpa suya que si Yukari se enfadaba era porque no era lo suficientemente buena, estuvo llorando un buen rato. Y la acompañe a su casa.
-Bueno es normal que si está triste llore, pero si es verdad que desde pequeña no se a tenido mucho aprecio a si misma. Debe ser duro ser la amiga de una persona como Yukari, tiene que sentirse muy mal, Yukari está considerada una de las chicas más guapas, tiene las mejores calificaciones de cuarto curso y además es buena en deportes, ella a su lado solo parece “la amiga de Yukari”. Será en parte por eso. Aunque yo se de alguien al que hace unos años le pasaba lo mismo.
-De eso hace ya mucho.- replico girando la mirada.
-¿No te dijo nada más?
-No nada más ¿por?.
-Solo era por curiosidad solo eso. Pero de todos modos luego hablaré con Yukari y le diré que no intente convertir a Mayuru en una segunda ella. No pude esperar que todos seamos tan estupendos. A veces no se da cuenta de que puede herir a la gente pero no lo hace con mala intención eso puedo asegurarlo.- Minato cambio la dirección de su mirada. Kio, Ryoga, Shingi, Yutaka, Akaru R y Hatori estaban reunidos alrededor de una mesa jugando a alguna entretenida partida de cartas.- ¡Yanqui! ¿Cuántas partidas lleváis?
-No se, varias.- contestó Hatori.
-Si que tarda el profesor.- concluyó Seishi- con un poco de suerte Naomi-sensei nos vuelve a dar otra clase de historia.
-¡No Dios mío! Otra vez no. Lo peor es que seria capaz, estoy convencido de
que esa mujer me odia. Disfruta torturándome.
-No exageres.- dijo con una leve y tímida sonrisa.
-Como luego vengas a quejarte diciendo que el profesor de matemáticas te odia a ti no te escucharé. Bueno ¿te echas una?.- preguntó refiriéndose a las cartas.
-Sabes que eso va contra las normas. Está prohibido jugar a ese tipo de juegos en el instituto.
-Las reglas están para romperlas, y ni siquiera apostamos nada.
-De todos modos yo prefiero repasar.
-Como tu veas… empollón.- y muy enérgicamente te reunió con los chicos que jugaban unas mesas más alejados. -¡Chicos me apunto a la siguiente!

Seishi se quedó un par de segundos con una francamente tonta sonrisa mirando como su amigo se acoplaba al grupillo. A Seishi le gustaba Minato, de aquello no quedaba duda, puede que él prefiriera negárselo a sí mismo pero era inútil, lo sabía. Le gustaba que fuera tan alegre y espontáneo, su casi permanente sonrisa, sus enormes ojos marrones, su pelo cobrizo totalmente alborotado, todas y cada una de las pecas que adornaban su pálida piel de pelirojo. Y no solo eso le hacia gracia la cara que ponía cuando intentaba concentrarse en algo y el esfuerzo era en vano, hasta la manía de balancearse en la silla le parecía encantadora. Desde luego la cursilería de Miyako hablando de sus amores platónicos le estaba causando verdaderos daños colatelares, iba a acabar convirtiéndose él también en una chica, por lo menos mentalmente.

-Por cierto- se oyó decir a Minato- Yutaka dile a Matsuri-sensei que hoy no podré ir al entrenamiento.
-¿Por qué?- pregunto el aludido- ¿Has quedado con tu princesita?
-No, son problemas personales. Ya sabes.

Seishi escuchó la conversación de su amigo y no pudo evitar preocuparse. Al contrario que le ocurría al moreno, la familia de Minato era muy escasa. Él estaba viviendo solo con su madre desde hacia un par de meses. Ella y su marido, el padre de Minato, se encontraban en pleno proceso de divorcio. Seishi no conocía los detalles de la separación, de lo único que estaba seguro era de que su amigo lo pasaba realmente mal con ello y siempre intentaba en todo lo posible evitar el tema. Y aun así cuando lo hacía seguía sonriendo.

La puerta se abrió de improviso, todos los alumnos ocuparon rápidamente sus puestos. Un hombre ya entrado en edad con aspecto del típico científico loco y intrigante tic nervioso en los ojos irrumpió en la sala.

-Bien pequeños delincuentes.- empezó- Os doy dos opciones antes de amonestaros a todos por practicar ciertas actividades que conocéis prohibidas. A: dar una bonita y necesaria clase de biología, puesto que vuestro querido profesor de lengua no ha venido, con agravante de que la semana que el viernes tendréis un examen. O la más apetecible B: seguir pasándoos las reglas por donde os de la gana y proseguir con vuestra partida a la solterona. Vosotros elegís.- todos guardaron silencio- Suponía que elegiríais B. Si no me molestáis no se lo diré a la directora.
-Kagero-sensei- dijo Yutaka asumiendo por una vez su papel de delegado.- todavía no nos han dado el calendario de parciales de este mes.
-¿Y a mi qué me cuentas? Ahora no estamos en tutoría, apañáoslas como podáis. Pegaos con cuarto B para robárselo, por ejemplo.
-Pero si en el cuarto de letras son más del doble que nosotros- se quejó uno da los gemelos.
-Eso haberlo pensado antes de escoger las ciencias. A demás ellos son muchos pero cobardes y contáis con el señor Raiku que otra cosa no será pero macarra y con Ryoga que se come lo que sea.
-¡No hay que tenerles nada de miedo!- exclamo Hatori con su típica energía.- Ellos serán más, pero nuestra clase esta al mismo nivel, véase el doble.
-Creo que eso vas a tener que explicarlo, señor Hatori. -contestó el profesor temiéndose alguna de las citas celebres de su alumno.
-Haber nosotros somos trece y ellos treinta, o sea son el doble pero como somos igual de listos que ellos, pues claramente somos el doble.
-Mira Yanqui déjalo.- cortó Shinji.
-Claro, claro. ¿Veis? -continuó el tutor -Primero les aturdís con las teorías de esta criatura. Luego mandáis al ultimo superviviente y ya os lanzáis todos como locos.
-Si armamos tanto jaleo por un calendario. ¿Qué haremos cuando queramos un armario? -dijo Momiji con su típico tono dulzón.
-¿Pero donde vamos a poner nosotros un armario en esta miniclase? Nos tendremos que salir nosotros fuera para que entrará. -apuntó Shinji.
-Pero conociéndoos… -corrigió el profesor. -A vosotros os pega más una máquina tragaperras.
-Pero que poca fe nos tienes profe… aunque es buena idea, me la apunto para la reunión de delegados. -bromeó Yutaka.

La clase entera se río, era otra ventaja de ser pocos siempre te lo pasas bien y ellos ya no eran unos crios con los que no se puede bromear. Si a eso le añadimos lo pasota que era su tutor la clase era a veces un pitorreo. Aun a si aquel profesor era de los más duros y no paraba de repetirles lo duro que les seria el bachillerato y por no hablar de que les daba collejas casi continuamente.
Pero la mente de Seishi seguía en otro lugar lejano de la conversación, más exactamente en la sonrisa perenne de Minato.

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